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Entrevista sobre las políticas económicas de Argentina Jayati Ghosh

Mientras Argentina se prepara para la segunda vuelta de la elección presidencial este domingo, la economía y la política económica han estado bajo los reflectores. Con el fin de comprender mejor algunos de estos temas de actualidad, el equipo de Comunicación y Participación de IDEAs sostuvo una charla con un eminente miembro de la red, el profesor Jayati Ghosh. A continuación presentamos la transcripción de esa conversación:

Tema 1: Dolarización: La tasa de inflación anual en Argentina ha subido a casi 140% y la tasa de pobreza alcanzó 40,1% en el primer semestre. En ese escenario, para muchas personas resulta atractiva la propuesta de la dolarización de la economía. Una carta reciente firmada por usted y más de 100 eminentes colegas economistas, menciona los riesgos que ello conlleva. ¿Puede explicar un poco más los riesgos de esta propuesta para la economía del país?

JG: La dolarización es una medida extrema a la que algunos países han recurrido para enfrentar la inflación galopante y así forzar la estabilidad de la economía. Parece una opción atractiva porque elimina por completo cualquier control de política interna sobre el circulante monetario y, por lo tanto, se supone que debería eliminar o al menos reducir la inflación. El problema es que este concepto no pondera adecuadamente las causas reales de la inflación y la inestabilidad, en especial en una economía como la argentina. En las economías modernas sofisticadas, la inflación no es el resultado de un excedente en el circulante monetario, que se entiende comúnmente como “demasiado dinero persiguiendo muy pocas bienes y mercancías”. Esto se debe a que el circulante monetario total,es decir la liquidez en el sistema económico, es el resultado–y no la causa–del comportamiento de los agentes económicos. El circulante monetario es pasivo: puede aumentar o disminuir no solo por el circulante monetario de base y los cambios en las condiciones crediticias bancarias, sino también por la forma en que los individuos y las empresas responden a cualquier cambio en las condiciones económicas. En cambio, las teorías más realistas de la inflación reconocen que más bien se trata de un reflejo de la diferencia entre el gasto total y los ingresos totales obtenidos, lo que puede resultar de más cuellos de botella en la demanda o en la oferta. Entonces, la inflación es el resultado de la lucha que sostienen grupos de competidores por una mayor participación en los ingresos totales (en particular después de un choque inicial en los precios en cualquier sector, como por ejemplo la agricultura o los bienes importados), junto con las expectativas inflacionarias, que hacen que los agentes traten de incrementar sus propios precios porque anticipan que vendrán otros aumentos de precios.

La dolarización puede amortiguar las expectativas inflacionarias, pero no resolverá los problemas de fondo, sobre todo porque no elimina los conflictos distributivos que son el centro de este problema. Más bien, limitar tanto la política monetaria como la política fiscal, da lugar a una política deflacionaria que controla la inflación a expensas de los trabajadores comunes, que sufren una disminución significativa de sus ingresos reales. La pérdida de autonomía política también puede significar que los Estados no puedan intervenir para proteger los ingresos reales y los derechos sociales y económicos de los ciudadanos.

Este es el proceso general, pero en el caso específico de Argentina, la dolarización en la situación actual implicará una muy baja tasa implícita del peso, lo que significa que el proceso comenzará con un enorme recorte en los ingresos reales tanto de las personas como del gobierno. Esto  será injusto y ocasionará desestabilización, y entonces el proceso a mediano plazo también será desigual. Además, como lo demostró la propia experiencia argentina con la paridad monetaria con el dólar en la década de 1990, el país pasará a depender de los cambios del valor del dólar estadounidense en el mundo, sobre los cuales no tendrá ningún control, lo que podría sumarse a los problemas internos y a los temas de competitividad externa.

Atajar la  inflación en Argentina requiere, más bien, abordar los problemas centrales. Ello pudiera  implicar restringir el poder de algunos sectores/actores del mercado; poner topes de precios específicos; aumentar la producción en sectores particulares, entre otros. Pero será importante mantener un gasto social que garantice los derechos y las condiciones esenciales de los ciudadanos. En términos más generales, Argentina requiere un cambio definitivo en la estrategia económica que se concentre en políticas económicas más sustentables e incluyentes. El gobierno debe centrarse en estrategias que garanticen una actividad económica de base más amplia, que incorpore no solo a los grandes capitales sino también a los pequeños y medianos empresarios, impulsada por la inversión pública en áreas donde los mercados privados están ausentes y que permita a todos los sectores ascender en la cadena de valor, y que al mismo tiempo se repartan los beneficios a los trabajadores y se garantice que sus necesidades básicas estén cubiertas y que se provean los servicios sociales.

Tema 2: Impacto en la vida cotidiana de los argentinos: Existe un fuerte sentimiento entre algunos sectores de que la situación económica y social argentina no podría empeorar. En su opinión, ¿cuánto peor podría ser la vida de la gente común argentina si se implementan algunas propuestas como la dolarización y la reducción drástica tanto de los impuestos como del gasto público?

JG: Es fácil comprender y sentir empatía por los argentinos a causa de la difícil situación que enfrentan por los graves problemas de alta inflación e inestabilidad. Infortunadamente, es muy posible que las cosas empeoren para la gente común, incluso si se contiene la inflación, si esto se hace afectando los ingresos reales de los trabajadores. La combinación de reducciones en los ingresos y gasto gubernamentales provocará una reducción en los servicios públicos, menor empleo, disminución de los salarios reales, así como mayor desigualdad porque los ricos se verán mucho menos afectados por dichas reducciones y se beneficiarán de los recortes tributarios. Si esto se combina con la dolarización (que, como se mencionó anteriormente, tendrá un impacto deflacionario), es probable que la gente común sufra mucho más dificultades que las que tiene actualmente. Es por ello que los argentinos deben ser precavidos con lo que anhelan y no dejarse engañar por promesas que parecen muy atractivas, pero que son poco realistas y que probablemente terminen en un desastre.

Tema 3: El papel del FMI: En junio de 2018, Argentina solicitó al FMI un préstamo de 50.000 millones de dólares (que luego aumentó a 57.000 millones de dólares). Este préstamo fue el más grande en la historia del FMI. ¿En qué medida la crisis actual del país es consecuencia de la intervención del FMI en el país?

JG: La historia de la aprobación y otorgamiento del préstamo del FMI es profundamente preocupante. Cabe destacar que Argentina había logrado una recuperación económica de la severa crisis de 2001-03, sin necesidad de acceso a los mercado de crédito internacionales. El gobierno de Mauricio Macri (que había hecho campaña con promesas de controlar la inflación, tomar medidas enérgicas contra la corrupción y reactivar la estancada economía argentina) en realidad no logró hacer nada de esto. En su lugar, negoció un acuerdo problemático con un acreedor reticente (un fondo buitre) para obtener acceso a los mercados crediticios mundiales una vez más. Los recursos se utilizaron para financiar los crecientes déficits fiscales originados por los recortes tributarios masivos, que siguieron creciendo a pesar de que se recortaron muchos tipos de subsidios (como los de energía, agua y transporte) y el gasto público (en salud y protección social) que habían beneficiado a la gente común. Esta estrategia fiscal no solo aumentó en gran medida la desigualdad, sino que también significó una caída del PIB agregado y una mayor inflación. La trayectoria condujo muy rápidamente a una crisis de balanza de pagos debido a la incapacidad de pagar la deuda externa que se acumuló muy rápidamente.

Era bien sabido que el presidente Macri tenía una relación especial con el entonces presidente Trump. Siguen sin concocerse los detalles sobre cómo fue exactamente que Argentina pudo asegurar el préstamo más grande de la historia del FMI, las condiciones asociadas a ese préstamo y la manera en que todo se apresuró en el país. Sin duda, se trata de un episodio que debería requerir un examen de conciencia interno en la organización, así como una revisión seria por parte del auditor independiente del FMI. De hecho, esto apresó al siguiente gobierno argentino en problemas que se tornaron más complejos y difíciles, en lo que se refiere al pago de la deuda en general, y a las limitaciones en las políticas económicas internas.

Vale la pena rememorar todo esto porque en Argentina se están ofreciendo estrategias similares, y hay que prestar mucha atención a la experiencia pasada del país, así como a la de otras naciones.

Tema 4: Sobreendeudamiento en el Sur Global:  La crisis de la deuda argentina parece ser única, pero si se observa a los países vecinos y a otros países del Sur Global, el sobreendeudamiento parece ser un problema más general. Como experto, ¿qué diría usted al respecto?

JG: Es cierto que cada país deudor es “infeliz a su manera”. Pero hay un problema más general. Alrededor de un tercio de los países de ingreso bajo y mediano se enfrentan a tensiones moderadas o graves de deuda soberana, e incluso muchos de los que no están en esa categoría están pagandos por el servicio total de la deuda un monto muy superior al total de su gasto público en salud, educación y protección social. No se puede culpar solo a estos países y a sus gobiernos,  pues todos ellos se han visto afectados por los cambios ocasionados por las políticas macroeconómicas de los países ricos, especialmente Estados Unidos y la UE. Después de la crisis financiera mundial, las políticas monetarias expansivas–presentes en forma de tasas de interés muy bajas y provisiones de liquidez masivas que beneficiaron principalmente a los bancos–llevaron a los inversores financieros privados a utilizar este dinero barato para buscar mayores rendimientos en distintos mercados financieros de todo el mundo. Como resultado, las economías que antes no podían acceder a los mercados privados de capital, ya fuere en forma de préstamos o bonos, de repente descubrieron que podían endeudarse, a menudo indiscriminadamente. Por supuesto, pagaban tasas de interés más altas y tenían mayores diferenciales en sus bonos soberanos que los deudores de países ricos, pero las tasas seguían siendo significativamente más bajas que antes.

Esto prosiguió hasta la conmoción ocasionada por la pandemia de Covid-19, la guerra de Ucrania y los posteriores aumentos en los precios mundiales de los combustibles y los alimentos, seguidos por el endurecimiento de la política monetaria de los países ricos. Esto dio lugar a una reversión de los flujos de capital, de vuelta a los países ricos, y los países de ingresos bajos y medianos fueron castigados de manera desproporcionada por los mercados de bonos, a pesar de que NO habían aumentado realmente su gasto público ni siquiera durante la pandemia, y sus niveles de deuda total en relación con el PIB apenas aumentaron y se mantuvieron muy por debajo de los de las economías avanzadas, cuyo gasto y deuda pública aumentaron considerablemente. Los datos del FMI muestran que, entre enero de 2020 y marzo de 2023, los diferenciales de las tasas de los bonos soberanos contra la tasa de los bonos federales  estadounidenses disminuyeron ligeramente, aumentaron en promedio para las economías avanzadas y, en cualquier caso, se mantuvieron muy por debajo de 1 punto básico. Por el contrario, aumentaron en promedio 355 puntos básicos para los países de ingresos bajos y medianos durante el mismo período. En el caso de algunos países de bajos ingresos, aumentaron hasta en 1100 puntos básicos. Con un aumento tan drástico de los costos de endeudamiento, no es de sorprenderse que haya tantos países luchando contra problemas de deuda externa que no han sido causados por sus propias políticas. De hecho, los préstamos Ponzi, en los que el deudor toma nuevos préstamos de otras fuentes simplemente para pagar préstamos anteriores, se está volviendo mucho más común en diversos países. Este proceso es, fundamentalmente, insostenible.

La moraleja de esta historia es que, en primer lugar, los países de ingresos bajos y medianos deben ser más cautelosos con respecto al endeudamiento externo. Dado que las condiciones crediticias y de reembolso pueden cambiar drásticamente debido a acontecimientos, políticas y procesos que escapan al control de los deudores soberanos individuales, es necesario tener en cuenta este riesgo de manera activa y buscar o desarrollar fuentes alternativas de divisas.

Tema 5: Dolarización y deuda en la región: En cuanto a la dolarización y el sobreendeudamiento, desde una perspectiva regional, se pueden establecer paralelismos con la experiencia del Ecuador. Sin embargo, el país ha incumplido dos veces el pago de su deuda (en 2008 y 2020). ¿Hay lecciones que aprender de esta experiencia

JG: Hay mucha evidencia de que la cita de Ecuador con la dolarización no ha sido particularmente positiva. Ha impuesto políticas macroeconómicas deflacionarias, ha hecho que la economía dependa completamente del valor mundial del dólar de los EE.UU. y, por lo tanto, ha reducido su competitividad comercial. Tampoco ha reducido la inestabilidad macroeconómica. Dado que el petróleo es una de las principales exportaciones y el comercio de petróleo está denominado en dólares, Ecuador se ve doblemente afectado por esto. Desde 2008 ha sufrido dos grandes crisis de balanza de pagos y deuda, así como varias crisis menores.

Tema 6: Impactos de género: Por último, pero no por ello menos importante, ¿cuáles son las posibles implicaciones de estas propuestas económicas para las mujeres y para la agenda feminista?

JG: Las propuestas económicas que hemos aborado son particularmente peligrosas para la mitad de la población: las mujeres y las niñas. Los recortes propuestos en el gasto público serían aún más adversos para ellos porque se ven más directamente afectadas por el menor acceso a los bienes sociales y a los servicios públicos, y la disminiución en dicho acceso reduce el consumo femenino (a menudo mucho más que el de los hombres y los niños dentro de los mismos hogares) y aumenta el trabajo no remunerado que tienen que realizar para sus familias y comunidades. Además, cuando los niveles de empleo menguan y los puestos de trabajo disminuyen tanto en cantidad como en calidad, las trabajadoras son las primeras en sufrir, por lo que se verán afectadas de manera desproporcionada por estas políticas. También se ha comprobado que los entornos de estancamiento económico y/o declive real están estrechamente relacionados con el aumento en los niveles de violencia contra la mujer.

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